Nací en 1983, bióloga molecular e investigadora, en la asociación formo parte del Equipo de Ayuda a Distancia (S.A.D.). Para el trabajo estudio el papel de las pequeñas moléculas reguladoras, llamadas microARN, en la fisiopatología del sistema nervioso y, en particular, de la esclerosis múltiple. En la asociación soy responsable desde 2006 del proyecto «Apoyar a un niño y su aldea a distancia», gracias al cual ayudamos a cientos de niñas y niños de Senegal, Gambia e India a ir a la escuela y estar saludables, mientras que en paralelo promovemos el desarrollo de las comunidades a las que pertenecen. ¿Qué tienen en común estas dos áreas aparentemente distantes de mi vida? La vocación. En ambas, puedo expresar mejor mi sed de buen conocimiento y mi aspiración, para mí y para toda la humanidad, de ir más allá de lo que parece establecido, predeterminado, para superar el dolor y el sufrimiento. Porque, como dijo una vez alguien muy sabio, «No hay caminos a la felicidad, la felicidad es el camino».